lunes, 10 de octubre de 2011

¿Merece la pena ir a votar el 20N?

En una sociedad tan convulsa como la que ahora tenemos la pregunta que formulo está en la mente de mucha gente.

El descontento generalizado es motivante más que suficiente como para que mucha gente en condiciones de ejercer su derecho al voto se lo piense dos o tres veces antes de perder un rato de un domingo en ir a depositar su papelito en una urna.

El pueblo ha perdido confianza en sus gobernantes, un mal endémico de muchos países con probablemente una única y por otro lado lógica solución: que se ganen de nuevo esa confianza demostrando su buen hacer.

Bajo mi punto de vista asistiremos a unas elecciones con baja participación, ilógico a tenor de la grave situación en la que nos encontramos pero el exceso de descontento conlleva estas cosas.

Personalmente iré a votar pero confieso que con un grado de desconfianza superior a lo que suele ser razonable cuando se trata de hablar de la clase política de este nuestro gran país de despropósitos.

No creo en derechas ni izquierdas, me tengo por votante que atiende a razones y las mismas varían con el tiempo y mis necesidades. Por desgracia sigue existiendo mucho voto de porque sí, un voto en mi humilde opinión que aunque cuente lo mismo vale de bien poco. Siempre he vivido en una España demócrata, aquella vieja España de blanco y negro no me tocó vivirla aunque tengo constancia de ella.

En esto de votar como en cualquier otra faceta de la vida intento utilizar el sentido común, tal vez por eso nunca entenderé esos votos de porque sí a los que me refería antes. Un obrero debe ser socialista y votar a un partido de izquierdas y un empresario ser de derechas. He vivido gobiernos de ambos tipos como cualquiera de vosotros y en ambos casos encuentro multitud de similitudes que me hacen pensar que no son tantas las diferencias. Tal vez derecha e izquierda analizadas desde el punto de vista de su ideario básico sean diametralmente opuestos pero en la práctica, en el día a día de lo que hacen o intentan que pase ambas pierden mucho de su esencia más pura, algo que por otro lado, me parece del todo lícito y hasta necesario. La política debe ser un ente abierto, capaz de modificarse y adaptarse a la realidad de lo que ocurre. Todo lo demás son guiños a sus seguidores más puros que suma muchos puntos en cualquier mitin y conlleva un aplauso lleno de estruendo pero que pocas veces concentra alguna idea verdaderamente trascendente para arreglar o mejorar algo.

Salga el gobierno que salga en las próximas elecciones es de vital importancia su total implicación a la hora de encontrar buenas fórmulas para arreglar todo lo malo que ahora padecemos.. Todo lo que hubiera ocurrido antes del 20N debe dejarse bien metido en algún cajón y adquirir un compromiso férreo para con la búsqueda de remedios que funcionen.

No puede ocurrir que se siga entrando en descalificaciones de unos contra otros y sigamos mareando la perdiz. Cuando las cosas mejoren que discutan lo que quieran, mientras tanto lo que toca es arrimar el hombro y que todos juntos demuestren ser unos profesionales comprometidos con lo suyo y lo suyo no es otra cosa que la de dar soluciones a los problemas de todos. Para eso el 20N los que voten se molestan en ir y por cosas como esa los que no lo hagan se lo pensarán mejor en próximas oportunidades.

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